El Euro inició un vertiginoso
ascenso frente al dólar y otras monedas desde su comienzo. Para muchos fue inexplicablemente sobrevalorado. Desde los 0.9 dólares
por euro en 2001 hasta los 1.47 dólares por euro en 2008, la moneda única no
cesó de subir. No es extraño que Robert Mundell diga que ese alto valor de la divisa sólo hizo que empeorara la crisis de los países en apuros pertenecientes al club.
Mientras el dólar, la libra, el yen, el yuan y otras monedas estuvieron en esos años envueltos en una guerra de divisas intentando cada una depreciarse más que las otras, la moneda única permanecía impasible en su pedestal en contra de toda lógica.
Parece mentira que una
moneda en la que entraron de prisa y corriendo 17 países, con diferentes
lenguas oficiales y diferentes estructuras económicas, algunos de ellos
arrastrando deudas elevadas y otros claramente inflacionarios, se revalorizara
incesantemente.
Veamos someramente como fue
la evolución de imparable subida del euro hasta 2008:
2001
0.90
dólares/euro
2004
1.24 dólares/euro
2005
1.25 dólares/euro
2008
1.47 dólares/euro
En ese año de 2008 se comenzó
a ver las fauces de la crisis que se echaba encima después de los alegres años
de despilfarro y endeudamiento en muchos países, como España.
El Euro dejó de subir pero
no se desplomó:
2009
1.39 dólares/euro
2010
1.32 dólares/euro
2011
1.39 dólares/euro
2012
1.28 dólares/euro
En esos años de crisis de 2009 a 2012, la zona de la
moneda única pasó por varias convulsiones. La crisis griega y su quita de deuda
pública, las sacudidas de Irlanda, de Italia, de España, etc. Pero el euro
siguió sin desfallecer.
La moneda única con valor
elevado permitió una alta capacidad de compra de productos fabricados en el
extranjero por parte de los ciudadanos que la emplean y es una dificultad para
las exportaciones. También es cierto que permite bajar la factura de los productos petrolíferos, que se compran en dólares. Pero también induce al mayor consumo de gasolina y gas-oil de forma ineficiente.
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