Moneda sin Banco Central: euro

El Euro es una moneda sin Banco Central propiamente dicho. Existe el Banco Central Europeo, (BCE), pero ese no es exclusivo de la Eurozona sino que es de la UE. Y los accionistas, por así llamarlos, del BCE son países de la UE. Basta ver que entre los principales aportadores del BCE está el Reino Unido, país no integrado en la moneda única.

18.9%            Alemania

14.5%            Reino Unido

14.2%             Francia

12.5%            Italia

08.3%            España

O sea, que es otro galimatías a añadir al Eurocaos. Una moneda única sin una entidad central controladora exclusiva para dicha moneda. Las decisiones que se puedan tomar en el BCE están dirigidas a varias monedas: la de la Eurozona, la del Reino Unido, la de Dinamarca, la de Suecia, etc. Porque de los 27 países de la UE, sólo 17 tienen como moneda al Euro. El resto, cada cual,  tiene su propia unidad monetaria.

El BCE, que como digo es el banco de la UE, tiene como misión según el Tratado de la Unión, artículo 127, vigilar la estabilidad de los precios, manteniendo la inflación controlada en niveles estables.

Nos encontramos que las medidas que pueden ser convenientes o que se quieran aplicar en la Eurozona pueden ser consideradas perjudiciales para la libra inglesa o la corona sueca, por ejemplo.

Nunca han visto los tiempos modernos que una moneda no tenga un Banco Central exclusivo para ella. Así pues, si se quiere poner orden en el Eurocaos, lo primero sería dotarle de un Banco Central del Euro.

Es una paradoja más dentro de la alegría con la que se creó el Eurogrupo. No sólo se admitió a 17 países a toda pastilla sin preocuparse de que estuvieran capacitados y dispuestos a cumplir los acuerdos del tratado, sino que no se dotó a la moneda única de un Banco Central exclusivo para la misma. 

Es como si se hubiera pensado al construir el Euro que todo iba a ir viento en popa y que no habría marejadas ni mares gruesas en el camino. Apenas seis años después de circular la moneda única, el Eurogrupo se comenzó a enfrentar a una crisis que empezó a poner al descubierto el caos imperante.