Salir del Euro: volver a la peseta

Salir del Euro: volver a la peseta

La salida del Euro y volver a la peseta es algo que comenzó a oírse a partir del día 10 de Mayo de 2010, cuando sonaron todas las alarmas en las cuentas públicas y el Gobierno socialista del PSOE, con ZP a la cabeza, tuvo que congelar pensiones y bajar el 5% el sueldo a los funcionarios por la vía de urgencia.

Desde entonces, esa posibilidad la han barajado muchos más. El problema es que cuando se creó la moneda única no se habilitó un mecanismo para que un país que hubiera entrado en el club pudiera salir de una forma ordenada, sin dejar de ser parte de la UE y sin perder demasiados pelos en la gatera. O sea, un mecanismo que facilitara su reincorporación a su antigua moneda, como la peseta en el caso de España.

España no debió entrar en la moneda única porque ni su estructura económica ni la mentalidad de sus políticos eran lo adecuado para someterse a la disciplina que exige adoptar una moneda cuyo control no se posee y no se puede imprimir ni devaluar a voluntad propia. El club se formó con 17 países de los 27 de la UE con demasiada alegría. Pero una vez dentro y habiendo adquirido fuertes deudas en euros, abandonar el club es para meditarlo muy bien. 

Lo malo de regresar a la peseta:
El principal inconveniente de salir de la Eurozona de forma unilateral es que lo haríamos con una carga de deuda pública y privada en Euros. Y lo haríamos precisamente por eso, por no haber podido disminuir el endeudamiento. Con lo cual esa nueva peseta estaría sometida a una fuerte devaluación. Y la caída del PIB sería del orden del treinta por ciento.

Si para entrar se aceptó el cambio de 166 pesetas/euro, el regreso a la nueva peseta implicaría un cambio de 300 pesetas/euro o aún menor al poco tiempo, según como se desarrollaran los acontecimientos.

Los productos importados y necesarios, tal que los energéticos o de cierta maquinaria, se encarecerían enormemente. Ello daría lugar a un fuerte inflación de precios en España a pesar de que estaríamos en una fuerte recesión.

La demagogia en la política se abriría camino y probablemente se abandonarían los ajustes de la estructura económica que se están abordando desde que estalló la crisis en 2008. España entraría de nuevo casi con toda probabilidad en la vieja dinámica de ineficiencia y devaluaciones periódicas de moneda que eran habituales antes de entrar en la moneda única.

Al volver a tener control sobre la nueva moneda, los políticos se dejarían llevar pronto por la tentación de imprimir billetes para evitar recortes de gastos de las Administraciones. Se entraría en el círculo fatídico ya mencionado de devaluación monetaria e inflación, en un proceso del que se podría perder el control.
  
Lo bueno de regresar a la peseta:
Digo “lo bueno” por entendernos, porque está claro que tal regreso sería en condiciones dramáticas de fracaso y ruina. La devaluación de la nueva peseta impediría la importación de muchos productos de consumo fabricados en el exterior. Cosas como móviles inteligentes, tablets, televisores, etc, duplicarían su precio en la nueva peseta. Ello supondría menos transferencia de renta al exterior por consumo de productos importados.

Ese alto precio en pesetas de productos importados podría llevar a que algunas empresas empezaran a fabricarlos aquí, aunque probablemente serían de menor calidad o menos avanzados tecnológicamente.

Sería más fácil exportar, debido a la caída del valor de la moneda frente al exterior. Y sería más favorable para atraer turismo, siempre que no existieran altercados sociales a raíz de la ruina generalizada que se extendería por todo el país.

RESUMEN: 
La salida del Euro de forma unilateral sería una decisión que sólo se podría tomar cuando no hubiera otra solución posible, puesto que sería un salto hacia el vacío con caída imprevisible. Los daños podrían ser enormes. Quizás podrían controlarse daños si esa salida se hiciera con el apoyo del resto de la Eurozona, o sea, que nos expulsasen pero siguiendo un protocolo de aterrizaje suave en la nueva peseta.

Desaparición pactada del Euro:
Que los 17 países que en 2013 forman parte del club de la moneda única decidieran dar carpetazo a la moneda única y vuelta a empezar es algo diferente al caso que se ha tratado antes de que un país salga por su propia voluntad o sea expulsado. Debería establecerse un plan de regreso a las monedas originales de forma ordenada, tal como se hizo para el ingreso. El Euro dejaría de existir. Las nuevas monedas de cada país fluctuarían entre sí como sucedía antes. Algunas serían monedas fuertes, como el marco alemán, y otras, más basurilla, como la nueva peseta.

Desaparición descontrolada del Euro:
Si la Eurozona se desplomara de mala manera al grito de sálvese quien pueda, sería parecido a una explosión atómica en la economía con consecuencias imprevisibles en lo social. Eso es algo que debe evitarse a toda costa.

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